martes, 23 de agosto de 2011

PINOCHO (VERSION 3)

En un pequeño pueblo alejado de todo el bullicio de la ciudad vivía un brillante científico llamado Orlando quien era conocido por los habitantes del lugar como el Doctor imaginación, el vivía junto con su hijo hunter. Hunter era un niño muy despierto, alegre y divertido y cuya mayor afición eran los libros de cuentos y aventuras, a Hunter le gustaba recorrer el bosque y acostarse encima de un viejo y caluroso árbol de pino donde a veces se quedaba dormido y soñaba con que era el capitán de un inmenso barco, combatiendo piratas como los héroes de sus libros.
Hunter admiraba mucho a Orlando y aunque muchos de sus compañeros de escuela decían que su padre estaba loco el siempre afirmaba que su padre era el mejor en su trabajo, en el fondo de su corazón deseaba algún día ser como él.
Orlando amaba mucho a su hijo, era su adoración pero había momentos en que se concentraba demasiado en su trabajo y no le prestaba mucha atención. Llego un domingo que Hunter había estado esperando desde hace mucho tiempo ya que ese día su padre le había prometido que irían de pesca, muy emocionado al saber que compartiría esos momentos con él, no espero un minuto más y fue a decirle a su padre para que vayan de pesca, pero Orlando dijo que lo sentía pero no podía ir porque estaba muy ocupado con su trabajo, su hijo le insistió y le dijo que él se lo había prometido pero su padre afirmo que había estado trabajando mucho en la creación de un robot y no iría a ningún lado hasta poder terminarlo, Hunter muy apenado decidió ir solo a pescar sin decirle nada a su padre.
Después de unos momentos Orlando se sentía muy arrepentido por haber rechazado a su hijo y no ir a pescar junto con el cómo le había prometido, así que decidió dejar su trabajo e ir en busca de Hunter, al cabo de una hora lo busco por todo el bosque pero no pudo encontrarlo y fue cuando recordó que antes de salir Hunter se llevo una caña de pescar, entonces un temor muy grande invadió a Orlando, corriendo salió en busca de su hijo hacia el rio. Mientras tanto Hunter ya en el rio se percato que la forma más rápida de pescar era cerca de la cascada porque en ese lugar era donde se acumulaban la mayoría de peces, subiéndose a un árbol decidió que pescaría desde ahí. Orlando que ya había llegado al rio vio que Hunter estaba colgado de una rama y que esta se iba desprendiendo poco a poco de la raíz del árbol sin que su hijo pudiera darse cuenta. Orlando grito: Hunteerrrrrrrrrrr!!!!; pero era demasiado tarde, la rama se había desprendido del árbol y Hunter había sido arrastrado por la cascada hacia el fondo del rio. Fueron meses interminables en busca de su hijo pero no hubo respuesta, Orlando había descuidado su apariencia, que hasta la barba le había crecido y el robot que tanto esfuerzo le costó terminar estaba empolvado por el paso del tiempo. Orlando extrañaba tanto a su hijo que hubiera cambiado todo con tal de que el  regresara.
Fue un día de verano en que Orlando recorría el bosque y de repente se sintió muy cansado decidiendo acostarse al pie del árbol de pino en donde su hijo siempre lo hacía. Al despertarse, tuvo una brillante idea, corrió apresurado hacia su taller y decidió darle los últimos toques al robot por el que había trabajado por tanto tiempo. Este robot era idéntico a su hijo pues tenía sus mismas facciones, ya que Orlando lo construyo para que Hunter jugara con él y sean como hermanos. El robot recibió el nombre de Pinocho, ya que su cuerpo era de metal pero su corazón fue construido con un pedazo de madera del árbol de pino en donde hunter siempre jugaba, de ahí al nombre de Pinocho.
Esa noche algo mágico ocurrió, un Ángel que había visto la tristeza en el corazón de Orlando al perder a su hijo, sintió tanta pena por el que decidió convertir a Pinocho en un niño de verdad así el corazón de madera de pinocho cobraría vida gracias al amor que Hunter demostró hacia el viejo árbol de pino del bosque.
Fue así que Orlando encontró nuevamente la felicidad al lado de su hijo Pinocho viviendo felices por el resto de sus días.

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